Te he buscado un nombre en las noches,
ya hay varias propuestas:
patología incurable,
exceso díscolo,
arte antigua,
profecía desafortunada,
supuesto no cumplido,
nudo (ciego) en la garganta
y así hasta completar casi doscientos.
El doscientos uno fue más esclarecedor:
sortilegio mágico.
Y quién lo diría,
el doscientos dos fue contundente:
elegía desesperada a la desnudez.
Aunque si debo ser franco,
el doscientos tres lo fue todo:
amor...pinche amor.
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